viernes, 22 de julio de 2016

Cariño, érase una vez una FLYING WITCH...


Flying Witch (ふらいんぐうぃっち, literalmente la Bruja Voladora), es una anime emitido en el 2016, basado en un manga de Chihiro Ishizuka, el cual se publica desde el 2012. Este anime contó con 12 episodios.

Makoto Kowata, es una estudiante de 15 años, que en realidad proviene de una peculiar tradición familiar. Ella es bruja. Junto con su pet, Chito, un gato negro, se muda a vivir en una apacible localidad rural del norte de Japón, a la casa de unos familiares. Estos conocen perfectamente su condición. De hecho, se muda a este lugar para compaginar su vida adolescente normal con sus estudios de magia, en un entorno en el que, pese a cierta conmoción inicial, familiares y amigos acaban por aceptarla, así como sus habilidades, con una pasmosa normalidad.
A lo largo de estos 12 episodios que podemos encontrar por ahora, nos servirán un coctail de vivencias sosegadas y cotidianas, propias del ambiente pacifico y tranquilo que emana del escenario rural y familiar en la que se desenvuelve la historia, aderezadas con unas notas de amables fenómenos sobrenaturales, traídas de la mano de su protagonista.

¿Es Flying Witch un buen anime? Permitidme responder a esta pregunta, de nuevo, saliéndome por la tangente. Flying Witch es un buen Slice o Life. Y como buen representante de este prolífico género del anime japones, cuenta con una narrativa amable, sosegada, costumbrista e incluso tierna.
No se que tienen algunas de estas historias que conjugan la exótica tradición y mundo rural japones, con su trama particular a desarrollar. Pero como ya lo hizo Natsume Yuujinchou,  Barakamon o Mi vecino Totoro, son historias que transmiten mucha paz y sosiego, así como cierta energía positiva. La magia que se consigue cuando nos muestran el lado amable y sosegado de las cosas en el marco de un entorno rural, aunque sean cuestiones sobrenaturales.



Pero no fue Natsume Yuujinchou, la serie que más me rememoró ver Flying Witch, sino Minami-Ke. Y es que los flasbacks que llegaban a mi mente de esa serie al ver Flying Witch, son muchos y surtidos. El formato capítulo autoconclusivo, El tipo de humor, el diseño de personajes, las expresiones y comportamiento de los mismos, todo me recordaba a aquellas grandes hermanas y su peculiar familia. Puesto que Minami-ke, fue una serie que me congratuló bastante, observar en esta serie, esas notas tan familiares, he de reconocer que fue satisfactorio.
Supongo que no hace falta que diga que el siguiente comentario, no tiene nada que ver con la realidad y sólo está en mi mente, pero he de reconocer que la idea de esta serie, me pareció surgida de una quedada de colegas entre los guionistas de Natsume Yuujinchou y Minami-ke, en la que, en un momento dado se pusieron a recordar sus tiempos mozos cuando veían capítulos de Embrujada y....¡chas! idea para otra serie.
Incluid en esta particular ecuación llamada Flying Witch una más que correcta animación. Es tan buena, en especial por sus entornos naturales, que he de decir que es todo un incentivo adicional para ver la serie. Bastante bonita, estéticamente hablando. 
También los sosegados pero simpáticos ritmos de muchas de las piezas de su Banda Sonora, aúnan a fomentar el espíritu positivo de la serie. No es la mejor de las bandas sonoras, no recordaréis ninguno de sus temas, pero visionando los capítulos, esas  melodías son fundamentales. Bueno, miento, un tema, espero, sí recordareis. Su Opening y en especial su pegadizo estribillo. Un simpático tema bien producido en música y videoclip que la verdad representa la serie de forma magistral.



Pero hasta aquí llega lo bueno. Porque como historia que trata lo sobrenatural, no le llega ni a la suela de los zapatos a Natsume Yuujinchou y como comedia y carisma de personajes, esta muy, muy lejos de Minami-Ke. Al final, Flying Witch es una hermosa y simpática narración de las vivencias cotidianas de una joven adolescente de ciudad, que se maravilla con las pequeñas cosas de la tranquila vida rural y familiar, al tiempo que ella aporta su particular chispa a la historia, por sus poderes y el tropel de secundarios sobrenaturales u otras brujas, que con el afán de visitarla, hacen su peculiar aparición en el anime. Una serie en general, donde todo el mundo es bueno y amable.
Y es que eso es lo malo del Slice of Life. Tampoco esperéis la más compleja e interesante de las tramas, simplemente gente, en este caso, no tan normal, pero haciendo cosas, más o menos normales. Si el Slice of Life, no es lo vuestro, desde luego no veáis esta serie, porque pese a esa peculiar rareza sobrenatural, en realidad todo acaba reduciendose al costumbrismo y puede ser para vosotros algo tedioso, a pesar de sus leves matices cómicos o buen dibujo.

En lo personal, no tengo nada contra este genero, todo lo contrario. Me sorprendo a mi mismo disfrutando algunas de estas series donde me están contando aventuras totalmente futiles y mundanas. Mientras la serie me deje al final una buena sensación, bien sea cómica, amable o incluso triste, para mi está bien. Y es el caso de esta serie. Te llena de energía positiva y cierto sosiego. Es como una taza de chocolate caliente en invierno, reconfortante. Una serie ideal para disfrutar en familia, pues pese a no ser una serie infantil propiamente dicha, creo, que al uso de Mi vecino Totoro, es una historia que une generaciones.
Por Todas estas razones expuestas, quiero darle a esta serie la puntuación de 6,8. Pese a que me gusta lo que he visto, su corta trayectoria (la cosa queda en un continuara en esta temporada), y un enfoque exageradamente amable de todas sus historias, hace que sea conservador al puntuarla (lo siento, soy un adicto a la tragedia). Además, como en otros muchos animes, también tengo en cuenta que a pesar de mis preferencias, determinados géneros, suelen aportar una serie de productos, que solo gustan a sus devotos y que en realidad suelen ser más de lo mismo. Y reconozcamos que esta serie, tampoco revoluciona en ningún sentido el Slice.





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